sábado, 13 de abril de 2013

El monje quiere buscar la intimidad con Dios. Solo eso. Por eso ya no le interesa todo lo demás. Quiere ahogarse en el misterio divino. Ya no sirve para nada más si responde a la llamada. Lo que queda son herramientas accesorias para un único propósito: poder decir, junto al Apóstol "ya no soy yo quien vive, sino que Cristo vive en mí.

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