martes, 30 de abril de 2013

Los hombres que verdaderamente experimentaron a Dios siempre dieron testimonio: El es superior (summo meo). Es totalmente otro y habita en una luz inaccesible (1 Tim 6, 16). El es lo inagotable de la inteligibilidad. El es misterio que, cuanto más conocemos, tanto más percibimos la infinitud de su comprensibilidad. Dios siempre mayor, decía admirablemente San Agustín: "Por más altos que sean los vuelos del pensamiento, El está aún más allá. Si comprendiste no es Dios; si pudiste casi comprender, entonces fuiste engañado por tu reflexión". Dios es absolutamente trascendente a todas las cosas existentes y posibles de existir. Ser trascendente significa que todo lo penetra y está presente en todo sin limitarse con eso, pues está siempre más allá; a El, nunca vamos; de El, nunca salimos. Siempre estamos en El. Aunque dentro, El está más allá de todo.
Leonardo Boff, La experiencia de Dios. Ediciones Clar, 1983

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